La jugadora de sangre caliente
Villavicencio, Colombia. Año 2013. Último día de competencia del Sudamericano de mayores. La única representante peruana con vida en las semifinales era Francesca Vargas. Su rival era la local y favorita Paula Medina.
Francesca, quien ese mismo año venía de ser campeona latinoamericana sub 21, no se amilanaba en absoluto. A su corta edad ya había vencido a rivales como Caroline Kumahara de Brasil, o también a Lisi Castillo para acceder a las llaves finales en los juegos Panamericanos de Guadalajara 2013.
Los que conocemos a Francesca y hemos crecido con ella sabemos de su carácter “jodido”. No importaba si le traían a la china número 1 del mundo, “Fran” le iba a gritar los puntos en la cara. Su espíritu era así, rebelde, renegona, picona, jodida. Ese era su combustible, su mayor virtud.
Esa semifinal fue el mejor partido que le pude ver. Fue un triunfo peruano por 4 a 3 ante una rival durísima y con el público en contra. Los puntos eran de locura. Era una pared a la hora de bloquear; también se dio el lujo de levantar bolas y hasta meter un ‘contratopspin’ de revés desde muy lejos de la mesa. Levantaba el puño y sus gritos hacían más bulla que el público colombiano. En la final la esperaba la chilena Paulina Vega.
El partido transcurría muy parejo. Dos a dos en sets y ‘set point’ para Francesca. Lamentablemente, la notable jugadora chilena le volteó aquel parcial y ‘Fran’ le pegó un raquetazo a la mesa y se ganó la amarilla (además de una ‘carajeada’ de Marisol Espineira, quien la dirigió en ese partido). El título sudamericano quedaría en manos de la jugadora chilena por 4 a 2.
Minutos más tarde Ángela (Mori) me pide que busque a Francesca, que había salido del coliseo llorando. Era un complejo deportivo grande y estaba oscuro. Mientras pensaba lo difícil que iba a ser ubicarla encontré en el piso un pedazo de jebe ‘Tenergy’. Unos pasos más adelante encontré el mango de su madera Butterfly. Esto parecía ‘Hansel y Gretel’.
Al encontrarla (y tratar en vano de calmarla) Francesca no paraba de repetir una frase que me dejó pensando. “Soy una estúpida, nunca logro nada”. Yo no podía entender como decía eso con un segundo lugar sumamente meritorio, además de los grandes logros que ya había conseguido a su corta edad.
Con el tiempo me di cuenta de que esa mentalidad de ganadora, de querer ganarlo todo, de luchar y ser picona es algo muy raro de encontrar. Con ese espíritu de lucha se nace y la sangre, a Francesca, le hierve.